jueves, 12 de enero de 2012

Piñera se Sacó la Careta


 Escrito por Francisco Herreros   
En un nuevo paso en la estrategia distractiva para evadir responsabilidad sobre la marcha atrás en materia de reformas al sistema electoral binominal y la reforma tributaria del país, Piñera no encontró mejor lugar común que apelar a una unidad inexistente: "o se ponen de acuerdo o no hay cambios". De modo sibilino, confundió en el mismo saco las reformas democráticas y las que apuntan a mayor equidad distributivas, con la profundización del modelo neoliberal, casos de las "reformas" a la educación y la salud, a la que ahora agregó la reforma a la justicia civil. De todas formas, por desnudar las intenciones del Gobierno para sus últimos dos años, el discurso de hoy en la entrega de los premios nacionales, fue tal vez el más relevante perpetrado por Piñera en sus dos años de Gobierno.
 "Se requiere un clima de diálogo, de grandeza, de colaboración, de sentido de país, de una misión de estado, por una razón muy simple: ninguna de las dos grandes coaliciones tienen por sí mismo la fuerza para hacer los cambios", indicó Piñera.
A mayor abundamiento, dijo: “hoy día muchos piensan que ahí está una de las grandes tareas y desafíos, porque para avanzar en estas grandes materias, reforma a la educación, la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico, implementar una profunda y extensa agenda social, o perfeccionar nuestra democracia, se requiere un clima de diálogo, de grandeza, de colaboración, de sentido de país y de una misión de Estado. Ninguna de las dos grandes coaliciones tiene por sí misma la fuerza para hacer los cambios. Y, por tanto, o se ponen de acuerdo o no hay cambios. Y esa ha sido la historia de los últimos 20 años. De lo contrario, esta es una profecía autocumplida, esto es crónica de una muerte anunciada, porque he visto los debates de los últimos días, en que prácticamente las partes piensan que o se hace todo exactamente como ellos quieren, o simplemente no se hace nada".
Agregó que “la Concertación, durante los 20 años que fue gobierno, nunca logró hacer ningún avance en materia de sistema electoral. De hecho, nunca se presentó un proyecto de ley para reformar nuestro sistema electoral. Solamente hubo dos iniciativas. Una, que era declarativa, de buscar un sistema que compatibilizara la representación de los ciudadanos con la representación de las regiones, que fue obra del Presidente Lagos, y otra de la Presidenta Bachelet, que pretendía eliminar el número de 120 diputados en el Congreso. Esas fueron las dos únicas iniciativas para perfeccionar nuestro sistema electoral”.
Se le olvidó mencionar que si no hubo ningún avance en materia de sistema electoral, ello obedeció fundamentalmente a la cerrada negativa de una derecha empecinada, que tenía la llave del candado del cerco binominal, tal como ha ocurrido en esta oportunidad. Pero como la derecha siempre está jugando con la ambigüedad entre discurso y práctica política, no se olvidó de dejar planteada la posibilidad, pero para cuando "se pongan de acuerdo", es decir, para el día de San Blando:
"También queremos avanzar en el terreno de perfeccionar nuestra democracia, porque eso es parte de lo que es el desarrollo integral. Y creo que lo que ya hemos logrado en la agenda democrática, es un gran avance. Pero no olvidemos que eso no agota nuestro debate, y nos queda pendiente tener una ley de partidos políticos y un sistema electoral, que sean más jóvenes, más transparentes, más participativos, y no sean el centro del debate permanente, sino que sean el marco dentro del cual encauzamos los debates y las legítimas diferencias que existen y siempre deben existir en una sociedad libre como queremos que sea la chilena”.
En otras palabras, no habrá reformas democráticas, pero no porque la derecha no lo quiera. Con la astucia y el sentido de oportunidad que se le reconoce, Piñera no sólo está diciendo eso, sino endosándole la responsabilidad a la Concertación, por su voluntaria participación en el empate binominal, que evidentemente también la favorecía. El punto, no previsto ni por unos ni por otros, consiste en que el empate binominal ha devenido en empate catastrófico, responsable de la actual situación de estancamiento político. Pero era ingenuo esperar otra cosa de un gobierno de derecha, que una vez agotado el recurso del engaño, tiene todavía disponible el recurso de la represión.  
Y esa es precisamente la única virtud del debate de utilería que ha cursado en estos días: en pleno verano, con la sociedad desmovilizada por vacaciones, el Gobierno le está diciendo al país que en los dos años que le quedan, se enfocará en sacar adelante una reforma a la educación, que no consiste sino en profundizar el sesgo de mercado del actual sistema educativo; una reforma de salud, que apunta a privatizar lo poco que queda de salud pública; una reforma a la justicia civil, para ponerla a tono con "el combate a la delincuencia", y completar la "agenda social" de focalización de subsidios en los sectores más vulnerables, con el denominado "ingreso ético".
En verdad, el discurso de hoy de Piñera es tal vez el más importante y clarificador en sus dos años de mandato, en el sentido de que por fin se sacó la careta, y mostró la intención de preservar el modelo económico neoliberal y el sistema político de la dictadura, recubierta con la invocación a "construir un clima de acuerdos y consensos para avanzar en los urgentes desafíos que tiene nuestro país, en materia social, económica y política".
Astuto, Piñera; y eso hay que reconocerlo. Sin embargo, ni él ni la derecha toman en cuenta la profunda crisis a la que está conduciendo el empantanamiento del sistema, y que por hoy se manifiesta, de un lado, en la eclosión de la protesta ciudadana; y de otro, en la crisis de representación política, que se traduce en una abstención que se acerca peligrosamente al 50% del electorado.
Además, esta definición política del Gobierno devuelve la pelota al heterogéneo conjunto de organizaciones e intereses populares denominado movimiento social. La incógnita es como se va articular esa respuesta social en un período de dos años de intensa actividad electoral, que, como ha demostrado la historia desde 1990 hasta ahora, tiende, como un hoyo negro, a absorber todo lo que está en el entorno.
Fuente:diarioreddigital.cl 

No hay comentarios:

Publicar un comentario