viernes, 1 de junio de 2012

El Fracaso del Equipo de Comunicaciones de Piñera


Los nombres son sabidos. Tanto como sus fracasos. Son los cuestionados responsables de las comunicaciones de La Moneda y de posicionar mediáticamente al Presidente Sebastián Piñera, tarea que anda por los suelos dadas las encuestas conocidas en el país y los análisis de prensa nacional e internacional sobre la gestión del Mandatario derechista. El grupo está conformado por Carla Munizaga, Jefa de Prensa de La Moneda; Hernán Larraín Matte, asesor y encargado del área audiovisual; Mauricio Lob, Director de la Secretaría de Comunicaciones; Fernanda Otero, asesora comunicacional; Ignacio Rivadeneira, encargado de discursos; todos dirigidos por María Luisa Brahm, la jefa del equipo presidencial.
Prácticamente ninguno de ellos logra tener un perfil destacado en sus tareas de La Moneda, a diferencia, por ejemplo, de lo que ocurría con el equipo de la ex Presidenta Michelle Bachelet, que estaba instalado en la retina política y que hacía sentir su presencia y su trabajo: María Angélica Álvarez, Víctor Maldonado, Francisco Díaz, Juan Carvajal, Paula Walker, entre otros.

El más reciente recuento del fracaso del equipo de comunicaciones de Piñera se produjo con los resultados de los sondeos de ADIMARK y CEP, las dos más importantes encuestas chilenas. Como se sabe, en la primera el Mandatario marcó 66% de desaprobación ciudadana y en la segunda, un 59% de rechazo a su gestión. Además, la administración piñerista salió mal evaluada en la gestión en salud, educación, delincuencia y manejo de la economía. La CEP fue mortal para la imagen del Presidente y un misil directo a la labor de su equipo de comunicaciones. El 69% de los encuestados consideró que el Mandatario actúa con debilidad, el 70% lo ve sin destreza ni habilidad, al 68% no le da confianza y el 76% lo ve lejano, esto último lo peor que le puede ocurrir a quien está a cargo de un gobierno. Todas esas cifras negativas acompañan a Piñera durante el 90% de su administración.

Las decisiones de Munizaga, Lob, Otero, Larraín, Rivadeneira y Brahm chocan con la realidad y muestran un deficiente trabajo profesional. Se constata que no sirvieron estrategias como tener menos expuesto al Presidente Piñera ante la prensa, inhibiendo sus pautas en terreno y mediáticas. Tampoco indicaciones técnicas para dirigirse a los medios o a los ciudadanos. Sus discursos siguen siendo enciclopédicos, llenos de lugares comunes, superficiales. Ha sido imposible evitar los errores y afirmaciones ridículas del Mandatario en diversidad de temas. Un contra resultado es que Piñera y La Moneda no logran poner un sello, una consigna, un ideal, un eje respecto a su gestión y mandato.

Como que ninguno de los integrantes del equipo de comunicaciones consigue dar con una impronta y una definición de marca. Una demostración dramática de este fracaso comunicacional, es el artículo de The Economist, donde se calificó de “inepto” al Presidente. Esa simple frase se constituyó en un instante en la caracterización de Piñera, en su sello, en su perfil. La antítesis de eso no ha sido construida por sus asesores comunicacionales.

Para ahorrar citas respecto a esta situación, basta recordar la mirada establecida por el presidente de Renovación Nacional (el partido de Piñera), Carlos Larraín, en relación al trabajo del equipo presidencial. Entrevistado por El Mercurio, el personero manifestó que habría sugerido que “trasladaran el Segundo Piso al segundo subterráneo, porque si los encargados de mejorar la aprobación del Presidente de la República exhiben consistentemente resultados malos, quiere decir que algo no está funcionando”. Luego, consultado por radio Cooperativa, el jefe de RN indicó: “Hay que mejorar este equipo. Yo no digo que los manden cambiar a todos, pero hay que buscar un enfoque distinto, con ellos o con otros, a mí me da lo mismo”.

Podría no sorprender la ineficacia de este grupo de comunicadores presidenciales. Carla Munizaga, Jefa de Prensa, es una periodista que fue encargada de prensa de RN y siempre efectuó una labor rutinaria, burocrática y de relacionamiento formal con los periodistas, viendo agendas, organizando giras y conferencias de prensa, pero sin experiencia ni trabajo de análisis, estrategia, elaboración conceptual; una especie de secretaria de Piñera para asuntos de la prensa, pero no una experta comunicacional ni analista y estratega de medios.

Mauricio Lob fue editor de la revista Qué Pasa, sin experiencia en comunicaciones estratégicas, ajeno totalmente a las labores en el aparato estatal, sin preparación intelectual y técnica para encabezar una dirección comunicacional presidencial, al punto que a poco andar, María Luisa Brahm se vio obligada a ponerlo en segundo plano y bajo sus estrictas instrucciones; Lob es el más desperfilado director de la Secom en lo que va de gobiernos democráticos.

Fernanda Otero, hija del ultraderechista ex embajador Miguel Otero, tiene una empresa privada que trabaja con lógicas empresariales y no de políticas públicas y su mayor experiencia en comunicaciones políticas las tuvo en RN asesorando a María Angélica Cristi y otros dirigentes, pero con mala evaluación, lo que nunca le permitió posicionarse en la colectividad, pese al respaldo de Piñera.

Eso por mencionar algunos casos. Todos ellos, por cierto, ganan entre 3 y 7 millones de pesos mensuales, más otros honorarios que pueden ser obtenidos en La Moneda por concepto de trabajo en crisis, etc.

De acuerdo a consultas realizadas con profesionales que laboran en esos ámbitos y que pidieron no dar a conocer sus nombres, así como con periodistas que cubren La Moneda, es sabido que ni Carla Munizaga, ni Mauricio Lob, ni Fernanda Otero, tienen capacidad de hablar directa y francamente con Sebastián Piñera, jugando un rol más bien disciplinado y sumiso ante el Presidente, algo absolutamente ineficaz en la labor comunicacional presidencial, ya que esos asesores o funcionarios deben ser los primeros en señalar errores, debilidades y desaciertos para mejorarlos.

También se indica que María Luisa Brahm, Hernán Larraín e Ignacio Rivadeneira se destacan por la ausencia de la autocrítica. Estas cosas las saben dirigentes como Carlos Larraín y por eso tienen cuestionamientos al grupo comunicacional de La Moneda.

¿Cambiarlos? Entre los problemas que habría para modificar el equipo de comunicaciones del gobierno se señalan: que en La Moneda consideran que eso tendría un costo político y mediático negativo para el Presidente; que no hay profesionales del área dispuestos o detectados para reemplazar a los actuales y que den garantías de éxito; que en el Segundo Piso consideran que lo están haciendo bien pero la ciudadanía no lo capta (esta tesis la repitió el vocero de La Moneda, Andrés Chadwick y la esposa del Mandatario, Cecilia Morel).

Además, se detectó a estas alturas, que haberse llevado a Palacio a ex periodistas de los diarios El Mercurio, La Tercera y La Segunda, pensando que sus conocimientos de la prensa ayudaría a un mejor desempeño, no arrojó los resultados esperados porque son profesionales de escasa experiencia comunicacional estratégica, sin conocimientos profundos de teoría política y alejados de la realidad nacional.

Además, a pesar de que muchos de estos profesionales son reconocidos como adherentes de la derecha, no gozan de la confianza de personeros de La Moneda y de RN y la UDI, porque nunca han sido militantes orgánicos y más bien se han movido con autonomía, muchas veces haciendo una labor periodística crítica hacia la derecha.

Todo indica que hay un frente debilitado en un punto vital de cualquier equipo presidencial: el de las comunicaciones. Otro déficit de la administración derechista de Piñera que le trae costos negativos. Y parece que eso continuará.
Fuente:diarioreddigital.cl

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