| Las Fuerzas     Especiales de Carabineros (FF.EE.) de Chile son consideradas uno de los     cuerpos represivos más duros de América Latina. Opera como Prefectura     dentro de la institución policial uniformada, tiene un par de miles de     integrantes y utiliza “medios mecánicos y químicos” para enfrentar lo que     doctrinariamente definen como “muchedumbres”, “turbas”, “masa” y cualquier     tipo de “alteración del orden público”. Una ideología que hunde sus raíces     en la tristemente célebre Doctrina de Seguridad Nacional, impuesta a las     instituciones armadas de América Latina por los Estados Unidos en la década     de los años setenta y ochenta del siglo pasado, con el fin de preservar su     propia seguridad.  Se caracterizaba por concebir a la población como     "enemigo interno".  
 
 Suelen mantener sigilo sobre su doctrina y formas de accionar, pero     accediendo a textos oficiales de Carabineros se pudo conocer cómo actúan     las Fuerzas Especiales, sobre todo contra objetivos marcados, como las     marchas, actos, manifestaciones, huelgas y movilizaciones de estudiantes,     sindicatos, indígenas, deudores habitacionales, trabajadores     subcontratistas, feministas, pobladores y asistentes a espectáculos     futbolísticos y artísticos.
 
 Actualmente el jefe de FF.EE. de Carabineros es el Coronel Jorge Fernández.     En 2006 el entonces cabeza del contingente, Coronel Osvaldo Jara, fue     sacado de la jefatura por uso excesivo de fuerza aplicada por su tropa     policial en contra de estudiantes secundarios en mayo de ese año. Se supone     que esta unidad está bajo la supervisión de la Dirección de Seguridad y     Orden Público del mando de Carabineros.
 
 La Prefectura FF.EE. tiene unidades en todo el país, y cuenta con un diseño     de desplazamiento rápido a lugares de conflicto (principalmente social,     sindical e indígena), que fue aplicado -incluso con apoyo de la Fuerza     Aérea (incorporando a las Fuerzas Armadas a tareas policiales internas)-,     contra la huelga de trabajadores subcontratistas en Collahuasi, en los     operativos en comunidades indígenas en el sur del territorio chileno y en     acciones contra manifestantes en Valparaíso durante las cuentas públicas     presidenciales del 21 de mayo.
 
 Ese desplazamiento, gracias al apoyo de la FACH, incluye vehículos     antimotines de todo tipo.
 
 Su plan táctico contra manifestantes, de acuerdo al conocimiento que se     pudo obtener de información de la policía uniformada, tiene tres puntas: el     personal uniformado, los vehículos represivos y los productos químicos y     disuasivos.
 
 Los elementos motorizados operan en piquete compuesto por un carro     lanza-agua (“guanaco”), carro lanza-gases (“zorrillo”), y bus de transporte     de personal y detenidos (“traga-traga”). Según información aparecida en El     Mercurio el 21 de junio del 2006, FF.EE. tiene dos mil efectivos en todo el     país, 13 jeeps lanzagases, 8 carros lanzaaguas y 15 buses.
 
 A ellos se agregan patrullas y eventualmente tanquetas “Mowag” (sobre todo     usadas durante la dictadura). En el último tiempo se suman grupos de     Subcomisaria de Policía Montada, cuyos jinetes están dotados de bastones     que se han convertido en el terror de manifestantes.
 
 En los vehículos se lleva armamento e incluso se han observado     subametralladoras UZI.
 
 El personal de las FF.EE. está compuesto por hombres y mujeres que, además     de portar arma con municiones, está provisto de casco, protectores     acolchados de rodillas, hombros, codos, botas de seguridad, panel balístico     (chalecos antibala), buzo protector, escudo, bastones retráctiles, guantes,     y escopetas lanza perdigones o balines de goma y lanza gases lacrimógenos.
 
 Los elementos disuasivos más comunes de este grupo represivo son los     bastones retráctiles, los gases lacrimógenos (sobre los cuales hay     denuncias de efectos altamente nocivos para las personas) y el agua (que     según informes de prensa en ocasiones pudo ser mezclada con elementos     tóxicos).
 
 En tiempos recientes las FF.EE. han utilizado perdigones y armas de fuego     con resultado de muerte de jóvenes mapuches.
 
 En los operativos contra los manifestantes –como se verá más adelante-,     estos uniformados usan tácticas-técnicas tendientes a acorralar a la gente,     intimidar, hostigar, amedrentar e incluso provocar. Por ejemplo, hay una     técnica de colocar al uniformado, con toda su tenida bélica, a menos de un     metro de gente que se está manifestando, produciendo una tensión inmediata.
 
 Muchas personas y periodistas han observado cómo el “guanaco” lanza cortes     de chorro de agua contra manifestantes sin que haya desorden, lo que ha     sido considerado como una provocación.
 
 Hace tiempo las FF.EE. incorporaron a suboficiales y carabineros rasos con     cámaras fotográficas y filmadoras, quienes se desplazan fotografiando y     filmando a ciudadanos que participan en una manifestación o acto,     provocando temor en muchos y logrando fichaje de personas por el sólo hecho     de estar en un acto público, la mayoría de las veces autorizado.
 
 Una modalidad comunicacional y política del mando de las FF.EE. es que     cuando sus integrantes provocan serias lesiones a personas civiles, no     entregan bajo ninguna circunstancia el nombre o los nombres de los     uniformados responsables, los cambian de dotación o ciudad y diluyen lo más     que pueden los procesos, como ocurrió con la agresión a un fotógrafo de la     agencia española EFE.
 
 En cambio, están coordinados con editores de medios de prensa para destacar     con extensos textos y amplia cobertura fotográfica y fílmica, los casos de     carabineros lesionados. También hay instrucciones de que cuando se produce     una situación tensa en un punto de una manifestación, los Oficiales se     apartan.
 
 Doctrina bélica ante “la turba”.-
 
 Las FF.EE. de Carabineros tuvieron su nacimiento a inicios de los sesenta     en el Grupo Móvil, unidad represiva creada durante el gobierno del     derechista presidente Jorge Alessandri, para contener y enfrentar las     movilizaciones sociales, sindicales y estudiantiles que se expandían en     aquellos años.
 
 Revisando los diarios de la época, se puede comprobar el alto contenido     represivo de duras acciones realizadas en contra de pobladores (sobre todo     en ocupaciones de terrenos), de estudiantes universitarios, de mineros y de     campesinos (que comenzaban a protestar en fundos y realizar ocupaciones de     tierras).
 
 Con los años se fue perfeccionando las condiciones, el financiamiento y las     capacidades de estas unidades, hasta convertirse en las FF.EE. que se     hicieron famosas por la represión durante las “jornadas de protesta” y todo     tipo de manifestaciones en los años de la dictadura.
 
 Según se lee en la página institucional de Carabineros, los objetivos de     Fuerzas Especiales son “restablecer el orden público quebrantado mediante     la aplicación de técnicas-tácticas desarrolladas y mejoradas a través de     años, contando a la fecha con capacidad de movilización operativa”. También     “garantizan la seguridad pública en caso de catástrofes o calamidades”.
 
 En un ejemplar de la revista “Carabineros de Chile”, bajo el título     “Control de muchedumbres. Contención del orden público”, se sintetizó la     doctrina que guía a las Fuerzas Especiales en sus operativos.
 
 En los primeros párrafos se hace una caracterización psicológica de los     ciudadanos que participan en una manifestación o un espectáculo     futbolístico, planteando que se tiene en cuenta que “el peligro de éstas     aglutinaciones es que cada individuo puede comportarse de forma irracional     cuando forma parte de una actividad grupal, lo que por medio de la ley del     contagio conduce al desorden”.
 
 De acuerdo al texto, hay seres capaces de sufrir “transformaciones”     peligrosas, algo así como un transforme social.
 
 Se afirma que “sujetos que aparentan ser calmados y tener buenas     intenciones, se transforman y comienzan a actuar por instinto a raíz de la     acción de la muchedumbre”.
 
 El documento parte de la base que la gente es débil ante la tentación de     los provocadores del desorden, porque “el sentimiento de impunidad al ver     que muchos infringen la ley y nada les ocurre es extremadamente contagioso     y peligroso”.
 
 El artículo señala que “para controlar estas aglomeraciones, el personal de     la Institución recurre a la aplicación de técnicas y tácticas adecuadas a     cada circunstancia. Los carabineros no sólo utilizan medios mecánicos o     químicos para frenar una multitud o una manifestación, sino que también han     sido instruidos y entrenados en formaciones de encuentro y control de     muchedumbres (columna, línea, cuña, diagonales, calles y rombo, espolón,     tridente, abanico y trabajo de intervención en patrullas), que en sus     distintos encuadres responden a las necesidades que demanda cada movimiento     masivo sometido a la operación policial orientada a mantener la     tranquilidad o recuperar el orden público ya quebrantado”.
 
 Se informa que los miembros de FF.EE. son “carabineros profesionalmente     multifacéticos que mantienen inalterables sus condiciones humanas”. Se     precisa que “en ocasiones, la propia presencia de uniformados exalta los     ánimos de una turba.
 
 Esto puede conducir hacia agresiones verbales y vejaciones que aumenten la     carga emocional del policía. Por consiguiente, éste debe contar con     adecuada preparación psicológica para evitar implicarse personalmente en el     conflicto”.
 
 El texto publicado explica que “es tarea del grupo destinado a controlar a     la muchedumbre el detectar y mantener aislados de la multitud a ciertos     individuos: aquellos a los que no les interesan los objetivos de la masa,     pero a los que les fascina participar en actos de violencia…”
 
 Una doctrina establecida a partir de caracterizaciones como la existencia     de ciudadanos irracionales, capaces de “transformarse”, que aglutinados     componen una “masa” o una “turba”, y donde los integrantes de las FF.EE.     son los que tienen “condiciones humanas” y quienes pueden sufrir     “vejaciones”.
 
 Todo aquello se aprende en las clases y cursos a los integrantes de este     contingente antidisturbios y se llega a practicar en las instrucciones en     campos de entrenamiento. En el centro está un concepto de irracionalidad e     instinto animal de los civiles convertidos en “turba”. Y la vieja tesis de     que los uniformados son superiores a los civiles.
 
 La preparación doctrinaria, como suele ocurrir en cuerpos militares y     policiales, incluye “bautizos” y “ritos”, que muchas veces muestran el     verdadero rostro de los uniformados, o al menos ciertas desviaciones o     comportamientos cuando menos extraños.
 
 No se puede acceder a estas actividades de las FF.EE.
 
 Pero hace un tiempo, se logró grabar un “bautizo” de hombres y mujeres del     contingente, quienes fueron sometidos a los golpes de poderosos chorros de     agua del carro lanza-agua, quedando todos mojados, golpeados y con     molestias y daños a los ojos, lo que hizo presumir que el agua estaba     mezclada con algún químico.
 
 Un uniformado hizo poco después la denuncia y en la prensa se publicó que     el mando policial planteó que se trataba de adoctrinamiento normal. El     episodio salió en un noticiario de TVN (Canal 7) y se pudo ver en YouTube.
 
 Acompañando la doctrina y acción de las FF..EE.. siempre ha estado la     derecha política, como cuando el senador Alberto Espina defendió la     actuación de estos elementos al ser destituido el Coronel Osvaldo Jara por     reprimir duramente a secundarios, y cuando, en un hecho inédito, el     presidente Sebastián Piñera visitó la sede de Fuerzas Especiales en     Santiago, para felicitarlos y alentarlos en el marco del Día del Joven     Combatiente.
 
 Durante la dictadura, FF.EE. era el brazo represivo público y callejero de     Augusto Pinochet.
 
 En medios de prensa aparecen de vez en vez informes sobre las Fuerzas     Especiales de la policía uniformada, como aquella que reveló la     conformación y actuación de Dispositivos de Intervención Rápida (DIR), que     se desplazan en vehículos menores semiblindados, con chofer, vigía y     elementos dotados de los instrumentos disuasivos y represivos.
 
 Según reportes de prensa, el fallecido Director General de Carabineros,     José Alejandro Bernales, declaró que con el sistema DIR, “los funcionarios     viajan en carros que se desplazan mucho más rápido que un bus, van en sus     costados para que desciendan y procedan en el tiempo más corto posible. El     objetivo es neutralizar en el acto a los vándalos más radicalizados dentro     de una protesta. De esta manera se corta ahí cualquier retroalimentación     para que otros potenciales violentistas actúen".
 
 Hace tiempo, en el diario El Mercurio se informó que Carabineros compraría     helicópteros al consorcio “Eurocopter”, los cuales serían utilizados, entre     otras cosas, “en labores de disolución de desórdenes callejeros”.
 
 Los aparatos tendrían “sistemas de seguridad automático de ‘objetivos’ en     tierra”, considerados “violentistas”.
 
 Hasta donde se pudo indagar, extraoficialmente siguen en servicio las     tanquetas suizas “Mowag”, las que, según informes de Carabineros, pueden     ser utilizadas en “eventos que requieran gran movilidad y poder de fuego” y     tienen cualidades como “desempeñarse en combate, teniendo para ello como     aliados la sorpresa y el factor psicológico”.
 
 Métodos y violencia de “policía militarizada”.-
 
 En una nota en La Nación Domingo (medio de prensa cerrado por el gobierno     de Sebastián Piñera), se cita al abogado Marcelo Salinas, Secretario     Ejecutivo de la Corporación Ciudadanía y Justicia donde señala que en     dictadura “se militarizó” a Carabineros y que esa entidad asumió “la lógica     del enemigo interno” ante los ciudadanos y los manifestantes.
 
 Expresa también que “después de la dictadura, recibimos una institución     (policial) con normas y prácticas generadas en el contexto de la doctrina     de seguridad nacional y de guerra interna, y no ha habido cambios     significativos”.
 
 En el contexto de las últimas actuaciones de FF.EE. contra movilizaciones     de universitarios y medioambientalistas (contra el proyecto HidroAysén), el     abogado y diputado Hugo Gutiérrez indicó que “hay que poner sobre la mesa     la discusión sobre los métodos de Carabineros para enfrentar las     manifestaciones…Usan disuasivos para causar lesiones graves a las personas     y no para desbaratar unas manifestaciones que se salieran de los cauces     legales. Eso debe ser investigado”.
 
 En declaraciones aparecidas en el semanario El Siglo, el legislador Gabriel     Silber, manifestó que “nos preocupa la violencia de parte de la     autoridad…Tenemos antecedentes de los Tribunales de Justicia que hablan de     detenciones ilegales, de carabineros instigando a la violencia”.
 
 De hecho, una jueza dejó en libertad a decenas de manifestantes detenidos     por FF.EE. al declarar ilegal esas acciones de parte de los uniformados,     que habrían actuado sobregirados respecto a sus deberes.
 
 Por citar situaciones de tiempos recientes, FF.EE. ha recibido acusaciones     de acciones ilegales y uso excesivo de fuerza contra civiles en marchas de     secundarios, manifestaciones medioambientalistas, protestas de mapuches, la     marcha en contra de la presencia en Chile del ex presidente George W. Bush,     en invasiones y ataques a las universidades UMCE, de Concepción, ARCIS,     Católica de Valparaíso, USACH, ingreso violento a la Catedral de Coyhaique,     agresión a periodistas y fotógrafos de prensa, ataques a ciudadanos de Isla     de Pascua, etc. Indignación causó “la novedad” en el uso de balines con     pintura lanzados por carabineros de FF.EE. contra estudiantes en la Escuela     de Arquitectura de la Universidad de Chile.
 
 La policía uniformada estuvo involucrada en los asesinatos de los indígenas     Matías Catrileo, Alex Lemún y Jaime Mendoza, del estudiante Daniel     Menco,  y en serias lesiones a ojos, por efecto de golpes con bastón,     perdigones y bomba lacrimógena lanzada a corta distancia.
 
 Pareciera que hay instrucciones de algunos oficiales o “iniciativa” de     elementos uniformados para disparar a la cabeza de civiles.
 
 Casos relacionados con esto son el fotógrafo de la agencia EFE, Víctor     Salas (Premio Nacional de Fotografía de Prensa 2007), con heridas graves     por golpe de bastón en un ojo, la niña Katia Rojas que perdió un ojo por un     perdigón ,y la estudiante de Concepción, Paulina Rubilar, que recibió en un     ojo una bomba lacrimógenas y quien, sintetizando la forma de actuar     –policial y moralmente- de FF.EE., denunció:
 
 “Esperaba que dispararan, también esperaba que lo negaran”.
 
 Cualquier persona o periodista que haya estado o esté en una manifestación,     puede comprobar las palabras y gestos hostiles de los oficiales y miembros     de FF.EE., el lenguaje soez que suelen usar, su ansiedad y actitud     agresiva.
 
 Prácticamente todas las acciones de este tipo han sido explicadas o     justificadas por el alto mando de Carabineros, muchas sobre la base de que     se actúan contra “violentistas”, “encapuchados”, “desadaptados”, términos     muy usados también por periodistas de medios conservadores.
 
 En el gobierno de Piñera aumentó la participación de trabajadores en     huelgas y movilizaciones durante el 2010 y en el primer semestre del 2011     se produjo un alza notable en marchas y manifestaciones de estudiantes,     trabajadores y medioambientalistas. Frente a todo eso actuaron las FF.EE.     teniendo un protagonismo en las operaciones disuasivas y operativas.
 
 Algo que probablemente sigue sucediendo y aumentando en proporción al     ascenso de protestas y expresión social.
 
 Fuente: reporte.  | 
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