sábado, 7 de septiembre de 2013

Mi primavera negra…

Hoy comienza septiembre, el mes en que llega la primavera, primavera esquiva, violenta, perversa, que hace 40 años nos hiciste bailar con la muerte. Tiempo en que los trinos de los pájaros se mezclaban con el nutrido canto maldito de la metralla fascista, en que de golpe nos despertaron   del sueño socialista, nos soltaron de la mano acogedora y justa del compañero presidente. Tiempo en que, hasta hoy, la derecha golpista disfruta lo que consiguió con mano ajena, llenando de sangre las calles, los ríos y el mar.
Este mes, en que se cumplen 40 años de la ignominia, en que vivimos tiempos donde la estulticia nos gobierna. Nos piden que perdonemos, ¿podremos hacerlo si  aun buscamos a nuestros muertos?, oteamos la costa para ver si las olas nos devuelven a quienes arrojaron, atados a rieles, al mar, escarbamos la tierra, recorrimos el desierto buscando a los nuestros…los verdugos no tuvieron, ni han tenido, la hombría para entregar los cadáveres.
Pareciera lógico que las personas tengamos derechos, pero fue lo primero que nos quitó, el derecho a pensar, a leer, a oír la música que nos pareciera y así fue que nos persiguieron, exoneraron, exiliaron, los que corrimos mejor suerte, los que no la tuvieron fueron asesinados o, simplemente, hechos desaparecer. Algo habrán hecho, decían quienes hasta hoy justifican la barbarie…han pasado 40 años y las cosas no han cambiado, antes fueron los comunistas, hoy son los mapuche, los estudiantes, los trabajadores.
¿Quién tuvo la culpa?, la falta de entendimiento, la intolerancia y, por sobre todo, la ambición de quienes no pudieron tolerar la posibilidad de que el pueblo, el que nunca había tenido derechos, estuviera la posibilidad de labrar su propio destino. 40 años, se dicen rápido, es mucho tiempo. La deuda con las víctimas la tienen muchos, los tribunales, que nada hicieron por proteger y no acogieron los recursos presentados, los particulares que aplaudieron y fueron indiferentes, los  vecinos que denunciaron a los “comunistas”, los empresarios que aprovecharon de obtener enormes ganancias con las privatizaciones de las empresas estatales, y principalmente quienes hoy se han vestido con ropajes de demócratas, están en el parlamento y el gobierno, tienen sus manos manchadas con la sangre de nuestros hermanos y lo que es peor no se arrepienten.  
Esta negra primavera me persigue, aun el sol no ilumina mi patria con la fuerza de antaño, las flores no alegran mi camino, el trino de las aves no ha vuelto a ser dulce. La soledad de mi alma agobiada frente a la tortura de mis hermanos no cambiará en tanto no pueda ver a la cara a mi torturador, a quien apretó el gatillo y no tenga la valentía de pedir perdón.

Andrea Dufournel

Temuco.

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