sábado, 31 de diciembre de 2011

La salida de la estrella del gabinete


 por Santiago Escobar

Un sonriente y relajado Felipe Bulnes entregó la tarde del jueves último el mando del ministerio de Educación a Harald Beyer. Aunque el trabajo cara a cara entre ellos para el traspaso de los detalles de la cartera sólo se producirá en unos diez días más (Bulnes se tomará vacaciones y solo podrá haber comunicación telefónica entre ellos), la designación de Beyer como su sucesor fue un triunfo de Bulnes frente a Sebastián Piñera, quien deseaba un político de tomo y lomo para reemplazarlo.
A nadie ha convencido la historia que el alejamiento de Bulnes del gabinete se deba a sus deseos de volver a la actividad privada. Todo indica que la explicación verdadera estaría en su cansancio con el estilo errático y personalista del Presidente Sebastián Piñera y en el aburrimiento por sus malas maneras (más de una vez reprochó a Bulnes en público o ante sus pares del gabinete).
El hecho que habría detonado la decisión sería la reunión de los ministros del área política realizada a mediados de noviembre, poco después del regreso del mandatario de la Cumbre de Hawai. En ese encuentro,  donde estuvieron los titulares del  Interior, Rodrigo Hinzpeter; de Hacienda Felipe Larraín; de la Segpres  Cristián Larroulet; y el vocero del gobierno, Andrés Chadwick, también participó Bulnes, con el objeto de analizar lo que estaba ocurriendo con el conflicto estudiantil y el debate presupuestario.  Allí, el Presidente habría criticado ácidamente lo poco que, según él, se había avanzado en las negociaciones, mostrando su molestia, además, por las propuestas presentadas por la oposición.
Aunque no hubo declaración oficial sobre lo tratado y las orientaciones acordadas, trascendió a los medios la tensión de una reunión que se prolongó hasta pasada la medianoche, donde las formas usadas habrían sido determinantes para la decisión de Bulnes de abandonar el gabinete, asumiendo que la fecha sería diciembre, cuando de acuerdo a lo dispuesto por el ministro, se cumpliera la etapa de debate presupuestario como marco, y se pasara a la etapa de los diseños e implementaciones técnicas.
Hay que recordar que previamente el propio secretario de Estado habría manifestado casi abiertamente su molestia por la decisión del Presidente de recibir a los estudiantes movilizados en La Moneda, en abierta contradicción a lo que él había planteado como estrategia.
El aspecto técnico también habría tenido un punto de fricción entre el mandatario y su ministro de Educación, ahora en relación a su reemplazante. Para Bulnes era esencial que quien lo sucediera fuera un profundo conocedor de los aspectos técnicos y estuviera validado frente a sus interlocutores, por lo que un perfil como el de Harald Beyer cuadraba perfectamente con su diseño. El Presidente, por el contrario, convencido de que el año 2012 seguirá siendo tenso en materia de movilizaciones, y golpeado en su popularidad, quería un político capaz de maniobrar para evitar los destrozos de conflictos de esta naturaleza.
Pero Sebastián Piñera no tuvo tiempo para encontrar a la persona que buscaba, porque el supuesto “desliz” de Pablo Longueira y los resultados de la encuesta CEP, que el gobierno ya conocía hace dos semanas, aceleró el proceso de cambio de gabinete. Solo a última hora se comunicó Piñera con Harald Beyer para ofrecerle el ministerio, ya que hasta ese momento solo lo había llamado Andrés Chadwick para sondearlo en su disponibilidad.
El ambiente político enrarecido de La Moneda, con un ministro del Interior y un vocero de gobierno que apenas se hablan entre ellos, un Presidente que no muestra capacidad de generar orden en sus filas y la crítica percepción ciudadana sobre las capacidades políticas del team de gobierno, habrían sido, además, motivos suficientes para que Felipe Bulnes pensara que poco tenía que ganar manteniéndose como ministro de Educación.
El ambiente político enrarecido de La Moneda, con un ministro del Interior y un vocero de gobierno que apenas se hablan entre ellos, un Presidente que no muestra capacidad de generar orden en sus filas y la crítica percepción ciudadana sobre las capacidades políticas del team de gobierno, habrían sido, además, motivos suficientes para que Felipe Bulnes pensara que poco tenía que ganar manteniéndose como ministro de Educación.
Por el contrario, el capital político acumulado podría disolverse rápidamente y transformarlo en una víctima política más del conflicto educacional. Ello, sin considerar que, según círculos cercanos, “el estrés de los temas de la cartera sumado al estrés de una conducción política errática de La Moneda” lo estaban llevando a somatizar la situación y poner en riesgo su salud.
Contrariamente a lo que se ha dado entender, todo indica que Felipe Bulnes no desearía volver ahora a actividades privadas, sino que, por el contrario, tendría un alto interés por hacer una carrera política. Para ello habría considerado que, además de éxitos de gestión, requeriría condiciones de normalidad política en su entorno para que madure positivamente su imagen. No sería raro, entonces, que pese a su alejamiento del gabinete permaneciera en el sector público, ya sea a través de una importante embajada o en un cargo que le permita la pausa que genera oportunidades.
“El cansancio se pasa descansando” declaró el ministro Bulnes a la prensa, y “esto no es una decisión que se explique en el cansancio”, dijo en alusión a  su renuncia. La ovación de sus pares y de los asistentes a la ceremonia en La Moneda el día de ayer, parece confirmar la potencialidad de su liderazgo en la derecha, además de las debilidades del liderazgo presidencial.
Fuente:elmostrador.cl

No hay comentarios:

Publicar un comentario