sábado, 5 de noviembre de 2011

Desacreditar, desgastar, desmovilizar…

Hace ya seis meses, desde que comenzó la epopeya de los estudiantes chilenos por el cambio estructural del modelo educativo; modelo hecho por la dictadura a su imagen y semejanza, excluyente, regresivo y generador de una profunda segregación, en donde se instaló un sistema pensado como un muy buen negocio, es que las movilizaciones son un tema transversal.

Hace meses, también, que en nuestra sociedad se ha instalado la idea de que es justo y necesario darle una vuelta de tuerca al sistema, ya no solo educacional, sino también social, al perverso sistema neoliberal impuesto a sangre y fuego por la dictadura. Ya está instalado, no hay casa ni reunión en donde no se hable de educación y de las injusticias del sistema, las familias chilenas han despertado del letargo del consumismo e individualismo para mirar su realidad palpando que de no haber cambios, el círculo del endeudamiento de los jóvenes que lograrán llegar a la universidad se eternizará elevando, aún más, la deuda con el sistema financiero.

Mientras todo esto ocurre, el gobierno ha echado mano a todo, desde la represión en la calle, hasta la descalificación de los dirigentes estudiantiles y gremiales, todo esto con la finalidad de desmovilizar. Ya han dejado de lado los argumentos, porque no los tienen, para ir derechamente a la infamia y la desacreditación: amenazas por doquier tratando, por medio de la política dictatorial, ley antiterrorista y ahora el proyecto enviado al Congreso “ley antitoma”, que atenta contra todas las libertades de expresión y de manifestarse libremente frente a las injusticias del modelo.

Lo que se ve a corto plazo, y espero equivocarme, nuevamente la negociación entre gallos y medianoche entre el gobierno de Piñera y la oposición concertacionista para tratar de darle una salida “digna” a esta piedra en el zapato que es el movimiento estudiantil, al igual que en 2007, para la “revolución de los pingüinos”, en la que sólo se logró el cambio de nombre a la LOCE (ley orgánica constitucional de enseñanza) por LEGE (ley general de educación). Inolvidable es la foto que para la posteridad fue la firma del acuerdo: tomaditos de la mano la presidenta Bachelet, personeros de gobierno y los parlamentarios de derecha que hoy nos gobiernan, ¿qué se consiguió?...nada.
La actitud gatopardista de Piñera, cual encantador de serpientes, ha tratado de encantar a los estudiantes con propuestas que no hacen otra cosa que profundizar los problemas con la sola intención de continuar asegurando el lucro y el apartheid, en el cual han sumido al 90% del país, para así mantener el negocio y engordando las billeteras de los sostenedores con fondos de todos los chilenos; pasando por la mentira de “su excelencia” en las Naciones Unidas en que ha calificado el movimiento como “justo y hermoso”, hasta manifestar después a raíz de los dichos de la dirigente del la FECH Camila Vallejo,  por tratar de evitar un acuerdo entre gobierno y concertación sobre una eventual reforma educacional donde respondió que:   “Son los que obstruyen toda posibilidad de acuerdo, los que siempre actúan con intransigencia, los que muchas veces creen que con la violencia y no respetando los derechos de los demás van a ser capaces de imponer sus puntos de vista”.

Así las cosas, el gobierno y la concertación más preocupados de las elecciones de alcaldes del 2012 y de vender los activos del estado, poniéndose entre ellos sus coronas de bostas en contraposición a un movimiento fuerte, transversal, justo, que  no lo va a terminar ni por decreto, ni por acuerdos bastardos, están ya lo suficientemente desprestigiados como para creer, con justa razón, que más temprano que tarde, con la lucha del pueblo consciente y el movimiento social que ya no se conforma con “en la medida de lo posible”, llegará a buen puerto.
Andrea Dufournel
Temuco.

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