La respuesta elaborada por el Ministro Bulnes, a pesar de contener una serie de puntos a considerar, resulta precaria en un aspecto central del debate, no se fortalece la educación pública y gratuita con añadir la palabra “calidad” a la constitución. Se trata de consagrar en lo simbólico la preocupación preferencial del Estado por asegurar este derecho y no profundizar las medidas que finalmente depositan la responsabilidad en los propios padres y familias. En palabras simples y sencillas, es continuar en la misma senda, sin alterar el camino trazado.
El movimiento social, ante la disyuntiva de sentarse para exponerse a un diálogo de sordos, optó por seguir presionando, lo que no se sabía, eran los grados de represión que la autoridad estuvo dispuesto a implementar, porque aquí no solo se impidió el libre derecho a congregarse, La Intendencia y el Ministerio del Interior tienen que explicar, ante los ojos de la ciudadanía y a la comunidad internacional ¿Por qué se impedía la circulación de jóvenes de modo individual o colectivo por las veredas de la ciudad? Los medios de transporte como TranSantiago y Metro, tendrán que rendir cuentas, por el apartheid aplicado a los estudiantes, siendo que ambas instituciones reciben sustanciosos aportes del Estado, para su funcionamiento.
El movimiento estudiantil y social fue víctima de una ciudad sitiada, ante tal agresión contra sus hijos, los ciudadanos reaccionaron con un caceroleo generalizado, ni la habilidad de Chadwick, ni la histeria de Zalaquett, ni las amenazas de Hinzpeter, lograron doblegar el movimiento, incluso los intentos de los medios de comunicación por victimizar al gobierno tampoco tuvieron éxito.
Pasadas las 21:00 horas se vieron obligados a aceptar la realidad, los chilenos y chilenas ollas en mano y desde los cuatro puntos cardinales, hacían sentir su descontento al régimen, logrando incluso la solidaridad de la prensa internacional, para vergüenza de los canales oficiales.
A pesar del triunfo político, se debe hacer hincapié que el doble llamado a marcha, no fue la mejor decisión porque si bien se mantuvo en tensión durante todo el día a la administración y su aparato represivo, provocó un desgaste innecesario y abrió un flanco superfluo de crítica, a favor del gobierno.
Sin embargo, la rabia es tal que puede sintetizarse en el testimonio de una mujer, dado a radio cooperativa, ella salió con su olla y su hijo, respondiendo al llamado de “caceroleo nacional” cuando el periodista pregunta ¿Cuál es la razón de su molestia? Su respuesta me provocó una profunda desazón, “lo que pasa es que uno ni siquiera puede tener dos hijos, porque cómo los educo, en este país los únicos que pueden tener más de tres hijos son los ricos, a ellos les alcanza, nos privan incluso de eso, del derecho a procrear”
Ya no es solo la desigualdad, la segregación y mala calidad de la enseñanza. El tema de la educación cala tan hondo que afecta la planificación familiar, la vida futura por las deudas contraídas, mientras otros se enriquecen por partida doble, recibiendo recursos del Estado y de los padres.
Cuando el ochenta por ciento de los chilenos condena el lucro en la educación, según las encuestas, por más ejemplos que el señor Ministro Bulnes, exponga en televisión, los televidentes en su mayoría tienen una idea formada, no desean que la enseñanza se entienda como un bien de consumo y si el gobierno no es capaz de escuchar ese clamor, la va a pasar pésimo.
El movimiento estudiantil y social fue víctima de una ciudad sitiada, ante tal agresión contra sus hijos, los ciudadanos reaccionaron con un caceroleo generalizado, ni la habilidad de Chadwick, ni la histeria de Zalaquett, ni las amenazas de Hinzpeter, lograron doblegar el movimiento, incluso los intentos de los medios de comunicación por victimizar al gobierno tampoco tuvieron éxito.
Pasadas las 21:00 horas se vieron obligados a aceptar la realidad, los chilenos y chilenas ollas en mano y desde los cuatro puntos cardinales, hacían sentir su descontento al régimen, logrando incluso la solidaridad de la prensa internacional, para vergüenza de los canales oficiales.
A pesar del triunfo político, se debe hacer hincapié que el doble llamado a marcha, no fue la mejor decisión porque si bien se mantuvo en tensión durante todo el día a la administración y su aparato represivo, provocó un desgaste innecesario y abrió un flanco superfluo de crítica, a favor del gobierno.
Sin embargo, la rabia es tal que puede sintetizarse en el testimonio de una mujer, dado a radio cooperativa, ella salió con su olla y su hijo, respondiendo al llamado de “caceroleo nacional” cuando el periodista pregunta ¿Cuál es la razón de su molestia? Su respuesta me provocó una profunda desazón, “lo que pasa es que uno ni siquiera puede tener dos hijos, porque cómo los educo, en este país los únicos que pueden tener más de tres hijos son los ricos, a ellos les alcanza, nos privan incluso de eso, del derecho a procrear”
Ya no es solo la desigualdad, la segregación y mala calidad de la enseñanza. El tema de la educación cala tan hondo que afecta la planificación familiar, la vida futura por las deudas contraídas, mientras otros se enriquecen por partida doble, recibiendo recursos del Estado y de los padres.
Cuando el ochenta por ciento de los chilenos condena el lucro en la educación, según las encuestas, por más ejemplos que el señor Ministro Bulnes, exponga en televisión, los televidentes en su mayoría tienen una idea formada, no desean que la enseñanza se entienda como un bien de consumo y si el gobierno no es capaz de escuchar ese clamor, la va a pasar pésimo.
De hecho la multitudinaria marcha familiar convocada en la Región Metropolitana, habla por sí misma, la gente está dispuesta a movilizarse, el tema es cómo la clase política y el gobierno logran solucionar este entuerto, el movimiento social ha dicho que se plebiscite la idea, consultemos al soberano.
El Senador Hernán Larraín (UDI) respondió rápidamente el día de hoy que la figura del plebiscito, no estaba en nuestro ordenamiento jurídico y que ellos pensaban que El Congreso, era el lugar propicio para resolver la controversia, desde La Concertación, se escuchan voces en favor del plebiscito, pero sus problemas de entendimiento son tales que no logran un consenso.
La derecha dura, en tanto, encabezada por Carlos Larraín, aplaude el proceder represivo del gobierno, intenta separar entre pacíficos y violentos, estudiantes y profesores, subversivos, revoltosos, sediciosos, llegando a un empeño aristotélico notable e infructuoso por cercenar el movimiento. ¿Cuál es el objetivo? Encontrar un orden que permita lograr espacios de gobernabilidad, porque lo que está en juego, para este sector es el futuro del gobierno, en lo íntimo reconocen la falta de eficiencia y por otro lado la incapacidad de lograr una negociación que consiga bajar la tensión existente, las declaraciones del Senador Eduardo Frei, a un diario argentino entregando su diagnóstico de crisis de gobernabilidad, fue un duro campanazo para la derecha política en su conjunto.
Sin embargo, la situación actual no ha variado mucho desde el jueves, excepto por el “factor cacerolazo” porque el volcamiento de la civilidad a las calles, es un aviso de peligro inminente, por más declaraciones de buena crianza de uno u otro Ministro, en buenas cuentas, el gobierno sigue en jaque, intento cerrar filas y cubrir el flanco abierto por el mundo social, sacando la fuerza policial a la calle, sin embargo, en ese escenario de intercambio de piezas, la respuesta nocturna y la multitudinaria marcha del domingo, nuevamente abrió la columna, para entregar desde el mundo social una idea fuerza “se puede” ; “este es el momento”.
El llamado a Paro Nacional de la educación convocado para el martes y la respuesta positiva de apoyo de otros gremios, habla de la cohesión social lograda en torno al tema, desde esa óptica es posible hoy, ante la crisis de confianza de los partidos políticos existentes, la construcción de un movimiento social poderoso, semejante a la Asamblea de Civilidad, en tiempos de dictadura y que tenga como objetivo, destrabar de modo categórico, las deudas de la post-dictadura.
Omar Cid
Editor de Cultura de Crónica Digital
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