Entre movilizaciones de la sociedad civil, huelgas de hambre estudiantil, carta de la familia militar cobrándole la palabra empeñada a Piñera y cambio de sillas… perdón de gabinete, se nos viene la arremetida comunicacional y el reparto de cuanto beneficio populista existe, de parte del gobierno. El ambiente se torna cada vez mas turbio.
En un plazo de 6 meses se han realizado ya dos cambios de gabinete, al parecer los colaboradores del presidente no eran tan de “excelencia” como se decía, el grupo de colaboradores no es tan extenso y mientras se cambian ministros de una cartera a otra, el pertenecer a la coalición les trajo una especie de agudeza intelectual tal que no ignoran cosa ninguna y pueden desempeñarse tan bien en educación como en justicia u obras públicas, minería, economía y energía con la misma eficiencia, más aún si se es pariente directo de su excelencia, la ley lo permite en esta “democracia surrealista chilena”. Uno de los nuevos ministros duró solo tres días. Así como del parlamento vienen al gabinete quienes fueron elegidos por la plebe son trasladados a algún ministerio y viceversa. Es verdad, también, que la ley así lo estipula, pero ¿es necesario hacer habitual, la práctica antidemocrática de la figura de senadores designados?
El cambio de ministros lleva, tal como un pack de oferta de supermercado, funcionario y posible candidato presidencial para el 2014, tal es el caso del biministro Golborne, el súper héroe de la mina San José, que hoy pasó a encargado de Obras Públicas, cartera en la que se cortarán cintas y estará más expuesto a los flashes y cámaras de los medios de comunicación. Pero lejos de lo anecdótico, de los chascarros del presidente, si miramos con más atención hurgamos en nuestra memoria y podemos ver, no sin preocupación, que la composición del “nuevo” gabinete es una suerte de deja vu y nos trasladaron de sopetón a 7 de Julio de 1977: Chacarillas, al lado del Cerro San Cristóbal en Santiago, en un acto parecido a los que realizaban las juventudes hitlerianas, 77 jóvenes, antorchas en mano, entre los que se encontraban varios miembros de este gabinete le brindaron "su apoyo" a Pinochet, entre los que estaban Jaime Coloma, Andrés Chadwick, Cristián Larroulet, Patricio Melero y Joaquín Lavín. Mientras estos fieles y abnegados colaboradores del dictador le apoyaban, en Chile se torturaba, asesinaba, exiliaba, perseguía y se cometían los más atroces crímenes en contra de quienes se le oponían y que, por cierto, aún no han conseguido justicia. La fotografía de rigor estaba incompleta, solo faltaba Pinochet. Entre ellos se encontraban además, otros como Patricio Melero, que es en la actualidad, presidente de la Cámara de Diputados. Hoy tienen un nuevo juego, el de demócratas de pacotilla, en donde no se puede hablar muy fuerte, no se puede marchar sin que las “autoridades” lo autoricen y si alzas la voz muy alto nos envían los gases, agua nauseabunda, montajes policiales para encarcelar a jóvenes opositores y por cierto, apaleos por doquier. Solo falta algún asesinado a manos de los agentes del estado para dar por completado el cuadro del aprendiz de dictador…
Su excelencia, quien siempre aparece tomando la iniciativa, invitó a los parlamentarios de la oposición a una reunión a palacio para discutir el tema de las movilizaciones estudiantiles, sin contemplar a los principales actores: los estudiantes, pretendiendo tomar un desvío y buscar la complicidad parlamentaria demostrando, nuevamente, que sus verdaderas intenciones son continuar con el lucro, desigualdades y privatizaciones en el ámbito educacional. Los parlamentarios no acudieron a su llamado, algo de dignidad les queda, ya que de haber escuchado los cantos de sirena presidenciales pidiendo con urgencia un salvavidas a la oposición sería profundizar, aún más, la desconfianza de los votantes a su accionar.
Las autoridades que deben responder a los petitorios han subestimado la fuerza de la generación de jóvenes que hoy se manifiestan. Esta juventud es mucho más madura que la de los años 90` y está dispuesta a asumir los costos que implica continuar movilizados. La sociedad chilena está dispuesta a luchar, manifestar su disconformidad frente a los abusos, se producen manifestaciones espontáneas, ya no es sólo la educación la que está en el tapete, hoy son los damnificados por el terremoto que no han tenido soluciones, los usuarios de la locomoción colectiva, los mineros que se oponen a la privatización del cobre.
Hoy, quienes han vivido los embates del sistema, el temor a perder el trabajo, el cobro de intereses usureros de los retail, la cesantía, están asumiendo que sin luchar, sin manifestar su molestia no conseguirán cambios, a estas alturas muchos estamos dispuestos a sacudirnos y dar la lucha, de hecho los jóvenes han comenzado.
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