domingo, 22 de mayo de 2011

Piñera y su mundo paralelo.


La verdad es que no había muchas expectativas sobre lo que su “excelencia” diría en su segunda cuenta pública, del 21 de mayo de 2011. Lamentable, pero sólo nos ratificó que el Chile en el cual se mueve, vive y gobierna no tiene nada que ver con la realidad que día a día vivimos los chilenos.
Un discurso plagado de demagogia, prepotencia, autorreferente y sin el más mínimo sentido de autocrítica, adjudicándose logros del gobierno anterior, que, por la proximidad de la fecha en que dejó el mando, le tocó inaugurar. 
Comenzó su discurso refiriéndose al rescate de los mineros, con dos de ellos como invitados, utilizando, como lo ha hecho durante todo el tiempo, a quienes ha manoseado hasta la saciedad. Que la reconstrucción estaba prácticamente terminada, que se han reducido los tiempos de espera por atención de salud, que han aumentado los subsidios habitacionales como nunca antes, que se instalará una línea de transmisión pública eléctrica, con la finalidad de que los chilenos podamos elegir a quien le compramos el servicio, reconociendo, sin decirlo, que estamos condenados a aceptar las condiciones que nos entregan los monopolios de servicios básicos, línea de trasmisión que beneficiará a todos los chilenos, si se instala Hidroaysen…eso sí.
 
Nada dijo sobre los escándalos con ribetes de corrupción que han predominado en su administración, caso Kodama, sobreprecios pagados con fondos del ejercito: puente mecano en Concepción, que le costó el cargo al ex ministro de defensa Jaime Ravinet, entre otros, tampoco se refirió al alto costo que los chilenos debemos pagar por la descomunal alza de precios de los alimentos de primera necesidad, no especificó, tampoco, cual es la calidad de los empleos a que hizo referencia, en los que la subcontratación es la tónica, manifestó, muy orgulloso él, que el ingreso per cápita de los chilenos alcanza a US $11.000, ¿Quiénes serán los que disfrutan de tan atractiva cifra?, no lo menciona. No hizo un balance de los anuncios del año anterior que no se han cumplido, simplemente ofreció más beneficios, que, no me cabe duda, tampoco tiene la intención de cumplir. 

Mientras se realizaba la ceremonia, miles de personas, hombres, mujeres, jóvenes y niños se manifestaban a lo largo del país contra la posición del gobierno frente a la construcción de Hidroaysen, entregó explícitamente su apoyo a la mega construcción, sin tener la menor intención de escuchar el clamor de la mayoría de los chilenos,  como respuesta envió parte de la democracia del gobierno: “represión”.    
Pretendió asumir la postura de un estadista, pero en el desarrollo de su intervención perdió los estribos y dejó ver su verdadera cara, la de la intolerancia y su esencia antidemocrática, fue interrumpido por representantes de la educación superior, deudores hipotecarios y discapacitados, entre otros, sólo se dio por aludido en la sexta oportunidad cuando señaló que “los gritos no nos apartarán de cumplir los objetivos” calificando de violentistas a los parlamentarios que  se manifestaron en contra de la construcción de las centrales hidroeléctricas en Aysen, amenazando  con que  "los violentistas en este país nunca van a tener la última palabra. La última palabra la van a tener siempre los que queremos que Chile sea un país democrático donde podamos analizar las diferencias con respeto”. Durante los días anteriores al discurso, el gobierno y muy especialmente el ministro del interior ayudó a generar el clima de violencia y confrontación, nos muestra una vez más, que el gobierno de derecha de Piñera crea el problema y pretende aparecer ante la opinión pública como el único que dará solución a las protestas, criminalizando cualquier muestra de descontento y manifestación ciudadana,  porque, argumentó, “es la pérdida del respeto lo que debilita la democracia", para posteriormente invitar a mantener un diálogo amistoso y unitario, ¿será que comenzarán a brillar los corvos brillantes y acerados de nuestro glorioso ejército?
Defensor de un capitalismo a ultranza, y sus medidas “sociales” con decenas de programas cortoplacistas, que anuncia con una gran cobertura mediática y sin ninguna evidencia que respalde su utilidad, Piñera opta por  la explotación brutal, cuando no el robo descarado, de recursos naturales favoreciendo a sus aliados. Entrega “bonos” para terminar con la extrema pobreza, sin reconocer que son ellos, los que más tienen, quienes generan las diferencias, velando porque las condiciones económicas de quienes menos poseen se mantengan, eso es lo que garantiza la mantención del sistema económico neoliberal, conservando para sí un ejército de cesantes que estarán dispuestos a trabajar por salarios miserables. 
Para colmo de males,  quienes le acompañan en su gobierno, al igual que él  creen y pretenden hacer creer que antes de ellos Chile no existía, manifestaron que fue un gran discurso, lleno de grandes anuncios y una excelente cuenta, calificando este día como un “día histórico” asumiendo una defensa digna de mejores causas.
 
Andrea Dufournel
Temuco

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