domingo, 19 de diciembre de 2010

Santa navidad.




En estos días, como todos los días que preceden a navidad, vemos la locura de quienes han convertido el 25 de diciembre en una maratón por quien compra el regalo más grande y más costoso. La competencia incluye árboles adornados con las bolas de colores más grandes y brillantes que se puedan encontrar, luces de colores intermitentes, ojalá con música, esa música que de tanto oírla te come los sesos. Mientras en casa del pobre la cocina huele a ollas vacías, pobreza, hambre, pero que va, no hay que ser aguafiestas, ¿ a quien le puede importar ?, si la pobreza tiene tantas caras que ya ni la reconocemos. 

Mañana iremos de compras a esas tiendas abarrotadas de compulsivos clientes y nos mezclaremos con ellos, total, entre tanta locura ni nos verán. Pero si no tenemos dinero, para la falta que hace,  el sistema nos provee de la bendita tarjeta plástica, sí, esa misma que nos permite comprar los regalos para la familia, los niños, ¡ que ilusión tienen los niños !, la tele los ha bombardeado durante meses con los juguetes que ellos más desean, los pagaremos con cuotas que llegarán hasta la próxima navidad, así no sentiremos que esta cómoda y estupenda oportunidad nos hace más pobres. Me dejo llevar por la muchedumbre que inunda el centro comercial es tanta la euforia que no reparo en un pequeño que me ofrece tarjetitas para adornar los obsequios y me dice: “me compra tarjetitas” son solo a 100 pesos, más allá reparo en una mujer que, por mesón tiene una caja de cartón, ofrece cintas, guirnaldas y adornos, le compro algunas, así manifiesto mi espíritu navideño y de paso tranquilizo mi conciencia.

El calor nos ahoga, pero la ocasión lo amerita, por todos lados aparecen los ayudantes del viejito pascuero, Papá Noel o Santa Claus, como quieran llamarle, vestidos con sus trajes rojos, barbas postizas, soportando a los más pequeños que se les acercan a hacer su pedido mientras tras el trajecito hay algún cesante que vio esta fiesta como una excelente oportunidad de ganarse algún dinero aunque la deshidratación los esté matando. Mientras veo en las noticias, ¡ por fin las cambiaron por cosas positivas !, no hablan de huelgas, guerras, muerte, injusticias, cesantías.  

No importa, aunque da lástima mírales, la cara de la pobreza es dura, con olor y sabor a sangre, hoy no la veo, estoy empapada del espíritu navideño y quienes no la pueden celebrar como yo, es su problema, para eso está el resto del año. Que privaticen la salud y la educación, que sigan despidiendo empleados fiscales, que parlamentarios traicionen a los trabajadores no es tema, hoy no es el momento…
Feliz navidad.


Andrea Dufournel
Temuco.

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