jueves, 29 de marzo de 2012

Paulina, Rafael, Eduardo, Santiago, Manuel y José Manuel: Nombres para un 29 de Marzo


En el atardecer del 29 de marzo de 1985 bordeando las 20 horas, en un estrecho pasaje de la Villa Robert Kennedy, carabineros baleó por la espalda a los hermanos Eduardo y Rafael Vergara Toledo, crimen que se intentó disfrazar como un enfrentamiento con delincuentes comunes. Ese mismo día, en El Arrayán, al otro extremo de la ciudad, un poco antes de la medianoche era asesinada por la CNI la joven militante del MIR Paulina Aguirre Tobar, homicidio que también fue presentado como un enfrentamiento. Ese día, permanecían desaparecidos José Manuel Parada, Manuel Guerrero y Santiago Nattino, secuestrados el día anterior.
 El día anterior a estos hechos, había sido secuestrado el pintor Santiago Nattino y el 29 había ocurrido lo mismo con Manuel Guerrero y José Manuel Parada, todos militantes del Partido Comunista. Los tres fueron salvajemente torturados en dependencias de la Dicomcar y luego, la noche del 30 de marzo, asesinados a sangre fría en un terreno baldío de Quilicura.
A pesar que estos crímenes fueron cometidos por funcionarios y unidades distintas, en lugares muy alejados unos de otros y por motivos en apariencia diferentes, fueron expresión de una política sistemática de exterminio establecida por la dictadura, que estaba enfocada directamente contra la izquierda y en especial contra la juventud que tenia opciones de vanguardia por esos años.
Posteriormente, las juventudes de todos los partidos que concurrían al Movimiento Democrático Popular, acordaron establecer el 29 de Marzo como el “Día del Joven Combatiente” en homenaje no solo a Eduardo y Rafael Vergara Toledo, sino a otros jóvenes de diferentes orgánicas, que fueron víctimas del terrorismo de estado. A los nombres de los hermanos de Villa Francia se sumaron los del socialista Carlos Godoy Echegoyen, el fotógrafo Rodrigo Rojas De Negri, el estudiante universitario Patricio Manzano, entre otros, representantes de toda una generación que protagonizaba desde la primera fila la lucha democrática.
Entre ellos, el de Paulina Aguirre, cuyo nombre está incluido en el Jardín de Rosas de Villa Grimaldi, vecina de decenas de mujeres caídas en la lucha por la libertad y la democracia.
El caso de Parada, Guerrero y Nattino
La mañana del 29 de marzo de 1985, en el frontis del Colegio Latinoamericano, en Providencia, fueron secuestrados por agentes de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros (Dicomcar) José Manuel Parada y Manuel Guerrero, ambos militantes del Partido Comunista.
Parada era sociólogo y se desempeñaba como Jefe del Departamento de Análisis de la Vicaría de la Solidaridad, al momento de la detención llevaba a su hija al colegio. Guerrero era profesor e inspector del mismo establecimiento, dirigente de la Asociación Gremial de Educadores de Chile (Agech), y amigo de Parada.
Un día antes, en la intersección de las calles Apoquindo con Badajoz, corría la misma suerte Santiago Nattino, diseñador gráfico publicitario, pintor, miembro de la Agech y del Partido Comunista.
Los cuerpos degollados de los tres profesionales fueron arrojados frente al fundo El Retiro, en el camino que une Quilicura con el Aeropuerto de Pudahuel. El hecho causó tal conmoción que el entonces Director General de Carabineros, César Mendoza, presentó su renuncia días más tarde.
El triple homicidio, conocido como “Caso Degollados”, fue atribuido en primera instancia a “un ajuste de cuentas entre marxistas” por miembros del gobierno militar. Posteriormente, el curso de la investigación llevó a la disolución de la Dicomcar. Seis miembros del servicio secreto de la policía fueron procesados y condenados a presidio perpetuo por el asesinato.
Los hermanos Vergara Toledo
El mismo 29 de marzo de 1985, la prensa de la época señalaba que dos “delincuentes antisociales” fueron abatidos tras un “enfrentamiento con carabineros”. Veinte años más tarde, la investigación del ministro Sergio Muñoz determinó que Rafael y Eduardo Vergara Toledo, de 18 y 20 años respectivamente, miembros del MIR, habían sido acribillados por personal uniformado, tras años de persecución política y hostigamiento.
Según el mismo informe, “la Comisión ha llegado a la convicción de que Rafael Vergara fue ejecutado por agentes estatales, estando ya herido y en poder de quienes lo mataron, en violación de sus derechos humanos. Respecto de su hermano, Eduardo Vergara, no pudiendo la comisión determinar las circunstancias exactas de su muerte, considera que pereció víctima de la situación de violencia política”.
Los casos de ambos jóvenes figuran en el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, donde se cita la información de prensa de la época, que señala que “el 29 de marzo de 1985, a las 19:45 horas en la intersección de Las Rejas con 5 de Abril, un trío de delincuentes armados intentaron asaltar un negocio, siendo sorprendidos por Carabineros que patrullaban en un furgón. Los frustrados asaltantes reaccionaron produciéndose un breve baleo en el que resultaron heridos el cabo de Carabineros Marcelo Muñoz Cifuentes, Eduardo y Rafael Vergara Toledo, muriendo los dos últimos en ese lugar. El tercero de los delincuentes alcanzó a darse a la fuga.”
 Fuente:diarioreddigital.cl

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