Estudio revela que hogares más ricos poseen un ingreso per cápita 78 veces mayor al de los más pobres
Por Susana Frías K.
Según estudios, que demuestran la desigualdad existente en el país indican que el 10% de los hogares más ricos de Chile, posee un ingreso per cápita 78 veces superior al del 10% más pobre. Las cifras reveladas por CEPAL causaron revuelo internacional. “Es una situación inaceptable”.
Pagar cuentas, comprar el pan de cada día, gastar en la locomoción diaria para ir a trabajar, para muchas familias chilenas resulta un gran dolor de cabeza, a quienes la mayoría de las veces no les alcanzan para llegar a fin de mes.
Una realidad, sin embargo, que no comparten todos y que muestra a dos Chiles en un mismo territorio. Porque ¿sabía usted que una familia de Estación Central tiene un ingreso per cápita 78 veces inferior a una familia de Las Condes? diferencia abismante en sólo pocos kilómetros de distancia.
Así, mientras una familia promedio chilena vive a diario el dilema si comprar el pan o dejar el dinero para la micro, el patrimonio de las familias más ricas del país, suman unos 75.000 millones de dólares, cifra que supera largamente el PIB de países como Ecuador, Bolivia, Paraguay y Uruguay.
El descontento que existe actualmente en la sociedad, reflejado en las diversas manifestaciones -algunas de ellas espontáneas- ya sea por el mal servicio del transporte público, los bajos sueldos de los trabajadores o la lucha por una educación pública de calidad, pasa principalmente porque la ciudadanía se dio cuenta de esta gran inequidad existente en nuestro país.
La educación es clave
Según expertos en la materia, esta desigualdad radicaría en los sueldos y una posible explicación serían las diferencias en educación que se observan entre los integrantes de la fuerza de trabajo. Una discusión de nunca acabar es si existe una relación directa entre crecimiento económico y una distribución del ingreso más justa, considerando las importantes brechas del ingreso que actualmente existen en Chile. Un debate que resurge este 2011 tras las positivas estimaciones de crecimiento del Banco Central y del gobierno, que espera una expansión sobre el 6%.
Mientras algunos expertos señalan que el crecimiento es la mejor herramienta para que las personas surjan ya que impulsa un mayor empleo, hay otros que piensan que el crecimiento ayuda, pero se necesitan políticas enfocadas en los sectores más vulnerables
y que una reforma tributaria es el camino óptimo para disminuir las diferencias económicas.
El economista y académico de la Universidad de Chile, Joseph Ramos, planteó que "la distribución de ingreso se modifica muy gradualmente, considerando que desde fines de los 80 hasta la actualidad ha vivido un crecimiento económico junto a una mejora bien paulatina, pasando de una diferencia de 15 a 1, de 13 a 1".
"Lo más rápido para mejorar la distribución del ingreso es darle dinero directo a la gente más vulnerable, pero a mediano plazo se debe asegurar que toda persona, que no entre a la universidad, tenga acceso a un oficio que le permitirá contar con más recursos en su vida", dijo el economista.
Notoria inequidad
Consultado por la efectividad de una reforma tributaria, Ramos detalló que "en el nivel de ingreso de Chile, los efectos en la distribución del ingreso son de cómo se gasta lo que se recauda mediante impuestos, pero no tanto a quién se le cobra. Aunque si se recaudara del IVA y se da a la gente más necesitaba, sería una buena idea".
Sin embargo, Ramos planteó que "si se sube el impuesto de todas las personas un punto del PIB, y ese incremento se destina a los más pobres, habría un alza en sus ingresos en hasta un 25%".
Según un estudio revelado en un foro realizado en la Cepal, un dato que ilustra la desigualdad existente en el país indica que el 10% de los hogares más ricos de Chile, posee un ingreso per cápita 78 veces superior al del 10% más pobre.
Analistas señalan que debido a lo anterior se producen los problemas sociales. Además se observa que la inflación continúa aumentando los costos de vida y las diferencias de ingresos resultan escandalosas. Mientras unos pocos crecen, el resto de Chile continua viviendo en una brecha de desigualdad, que a simple vista parece difícil de remontar.
Aunque para el equipo económico del gobierno, hay crecimiento, en la práctica el alza de los alimentos, el aumento del precio de los pasajes en la locomoción colectiva y en los aranceles estudiantiles, entre muchas otras cosas, golpean a la clase media y baja.
El decano de la facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Central, Ignacio Larraechea explicó que "Chile tiene una estructura de desigualdades históricas al igual que el resto de América Latina. La estructura social que se generó en la naciente República marcó para siempre a Chile como un país de enormes desigualdades".
El presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, Arturo Martínez, señaló que los actuales índices de crecimiento económico no implican mejoras en la calidad de vida de las personas que no son empresarios ni ricos.
"No hay ninguna ligazón entre el crecimiento económico con las condiciones en que vive la gente, el crecimiento económico ha servido para que las grandes empresas y la gente rica de este país se siga enriqueciendo".
Escándalo internacional
A tal nivel llega el tema, que es motivo de escándalo internacional, esto luego de que un artículo publicado por Cepal, de los investigadores Ricardo Infante y Osvaldo Sunkel, calificara la situación como "inaceptable"
Frente a la dura realidad, el profesor titular de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas y director del Instituto de Economía de la Universidad Austral, Manfred Max Neef, en conversación con Cambio21 sostuvo que "Chile está entre los diez o doce países con peor distribución del ingreso en el mundo. Se ve muy bien, porque en términos convencionales económicos hace las cosas correctas, es decir, es un buen discípulo del Fondo Monetario y del Banco Mundial y hace bien las tareas en la casa. Pero ¿cuánto se ha resuelto realmente en la equidad en Chile? Prácticamente nada.
Menciona además que "hace años que lucho por la obsesión con el fetiche del crecimiento económico. Todo tiene que ser con crecimiento, todo lo resuelve el crecimiento, más crecimiento y más crecimiento. Lo que Chile necesita ahora, mucho más que crecimiento, es mayor equidad. Y mientras mayor crecimiento tenga sin políticas que vayan hacia la equidad, la equidad va a empeorar, la concentración del poder económico se va a concentrar aún más. Ese es un fetiche en el que todo el mundo está trancado: los políticos, los empresarios y el gobierno", sostiene.
En cuanto al crecimiento, Max Neef sostiene que "crecimiento y desarrollo son dos cosas totalmente distintas. El crecimiento es una agregación cuantitativa, el desarrollo es liberación de potenciales creativos. Todo crecimiento tiene límites, el desarrollo no. Eso es lo que los economistas convencionales simplemente no entienden y lo confunden y creen que es lo mismo, que sin crecimiento no hay desarrollo, y eso no es verdad. Insisto: el crecimiento puede llegar a ser destructivo", sentenció.
La brecha que no deja de crecer
Siempre que se habla de desigualdad en la distribución del ingreso, se escucha a las autoridades recalcar que "es algo que debe terminar". Sin embargo, y a medida que pasan los años esta brecha no hace más que crecer. Así mientras un empleado gana un sueldo mínimo de $182 mil, un gerente de Banco puede llegar a ganar mensualmente $12 millones.
Un informe reciente, publicado por la sede en París, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), titulado "Panorama de la Sociedad 2011, muestra exactamente dónde la brecha entre ricos y pobres ha crecido más amplia.
A partir de una medida conocida como el coeficiente de Gini, que las tasas de los países de 0 a 1, donde cero indica una igualdad perfecta y uno indica toda la riqueza va a un solo individuo, el informe señala las crecientes tasas de desigualdad de ingresos en todas partes de Oceanía a Escandinavia. Entre mediados de los años 1980 y a finales del año 2000, el promedio del coeficiente de Gini para los países de la OCDE aumentó anualmente en un promedio de 0,3%, y ahora se sitúa en 0,31.
Las altas tasas de desigualdad de ingresos podrían ser sorprendentes en los países en desarrollo, como Portugal y México. Pero los países con bajos niveles históricos de desigualdad de ingresos han experimentado un aumento significativo en la última década, también, como Dinamarca, Suecia y Alemania, la OCDE informó recientemente. En el estudio nuestro país obtiene un primer lugar.
Vergüenza moral
De acuerdo con datos dados a conocer el reciente fin de semana por el Banco Central, la economía chilena creció el 8,4 por ciento en el primer semestre, proyectándose un 6,8 para el año. El ingreso per cápita superaría los US$16 mil en 2011.
Son cifras halagüeñas, que el oficialismo proclama aquí y en el extranjero. Pero el tema es otro: el problema real que aflige a los ciudadanos es la mala distribución de esta riqueza, que genera el país en su conjunto.
El reclamo ha sido tan generalizado que un sector del oficialismo le prestó oídos. Fue el senador RN Francisco Chahuán, quien aseveró a la prensa escrita que "la distribución del ingreso en Chile es una vergüenza moral y si mi gobierno no es capaz de hacerse cargo de ella, habremos perdido legitimidad moral para un nuevo mandato de la Coalición por el Cambio. Así de claro".
A juicio de Chahuán, el tema de la desigualdad "está marcada a fuego en todos y cada uno de los ámbitos de la vida nacional y por eso hay que enfrentarlo con altura". El senador aclara que no se trata, por ejemplo, solo de la distribución del poder en las regionaes, "sino que también con la distribución de la riqueza".
Clarisa Hardy, ex ministra de Planificación (2006-2008) y actual directora ejecutiva de la Fundación Dialoga -entidad ligada a la ex Presidenta Michelle Bachelet- es enfática en señalar que en momentos donde tanto el gobierno como el Banco Central confían en que Chile crecerá sobre un 6% en 2011, hay que evaluar las cargas tributarias, para que así mejore la distribución del ingreso en el país.
"Si algo se ha demostrado es que no hay una relación automática ni unidireccional entre crecimiento y mejoramiento de la distribución del ingreso. Es cosa de ver en Chile las tasas de crecimiento, generación de empleo y distribución del ingreso. Hay estudios que demuestran que entre 1990 y 2000, el 80% de la reducción de la pobreza era atribuible al crecimiento, pero posteriormente entre el 70 a 80% se debió a factores distributivos", explica.
Añade que "lo que está claro es que a lo largo de 1990-2008, con crecimiento promedio 5%, es relativamente insensible la distribución del ingreso y del desarrollo del país. Además hay una senda en la cual Chile fue pionero en América Latina al universalizar políticas sociales, generando sistema de protección frente a los riesgos".
El chancho mal pelado
Quien además se explayó al respecto fue el abogado, economista y académico Jorge Arrate. Frente al crecimiento se preguntó: "¿Para qué crecer tan alto? Para enriquecer a los que tienen más, yo digo para que sigamos creciendo y tengamos desarrollo tenemos que hacer un desarrollo en que toda la sociedad realmente perciba que está participando y se beneficie. Hay que repactar el modelo económico y social", manifestó.
Si nos vamos a lo macro ver que un país entrega cifras de crecimiento positivas, como las del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) que registró crecimientos iguales o superiores al 8,1% en las 14 regiones que mide en el primer semestre, debiera reflejarse en la sociedad. Si nos vamos a lo micro las utilidades de una empresa debiera hacer lo mismo para con sus empleados. Sin embargo, y de una manera muy especial esas cifras se reflejan sólo para algunos, manteniendo la gran brecha de desigualdad que no quiere desaparecer tan fácilmente.
Es por esta razón que la gente se cansó. Un ejemplo de esto son los trabajadores del Banco de Chile, afiliados al sindicato de Citibank, que iniciaron una huelga hace varios días en reclamo de mejores sueldos y condiciones laborales y que han dejado sordos a los vecinos del entorno a la sede central de la entidad, con sus bombos y trompetas.
Si consideramos que sólo el primer semestre 2011 la Banca obtuvo utilidades por US$2 mil millones, siendo justamente Banco de Chile la entidad financiera del sistema en el segundo lugar con utilidades por US$500 millones, la petición de un sueldo mínimo de $530 mil para 1.600 empleados (15% de la institución), no debiera causar mayor problema.
Una situación muy parecida se vivió en la mina más importante de Chile y la más grande del mundo, La Escondida, cuando 2.300 trabajadores iniciaron una huelga por mejoras salariales, la que pedía un bono extraordinario anual de producción de unos 11 mil dólares.
El pedido de los trabajadores se apoyaba en que su demanda económica alcanzaba un total de 26 millones de dólares, frente a las ganancias que la firma había logrado en 2010 y que alcanzaron los 5.000 millones. Finalmente, recibieron un bono de 6 mil dólares.
El espejismo de las cifras
Chile es un país experto en reflejar nuestra situación a través de las cifras, cosa que se ve en todos los ámbitos. Si queremos saber cómo somos como sociedad vemos las encuestas que hable de qué tan felices somos, si queremos saber la situación sentimental vamos a estudios sobre divorcios y matrimonios, si queremos ver qué tal somos en el fútbol vemos qué lugar ocupamos en el ranking de la FIFA.
Y si bien la mayoría de las veces las cifras nos ayudan mucho y reflejan la realidad, hay otras que más bien forman un espejismo de lo que vivimos. Un caso particular es lo que ocurrió con la cifras de empleo entregadas por el gobierno a principios de este año.
La creación de un millón de empleos fue una de las grandes promesas de campaña de Sebastián Piñera, y en su última cuenta pública volvió a ser uno de los puntos más significativos para el Mandatario, quien aseguró que "se han creado 487 mil empleos".
Cifra que sin duda muchos no concuerdan para nada. Según el senador DC Jorge Pizarro "no es la verdad, porque el Presidente no dice, primero, que se llegó a esa cifra porque se han cambiado los sistemas de cálculo, y segundo porque se está incluyendo allí, como empleado, a alguien que ha trabajado una hora a la semana en los últimos 30 ó 60 días, y eso para cualquier chileno no puede ser considerado un empleo digno o con ingresos adecuados. Las propias estadísticas del INE indican que el 50% de los empleos no tiene contrato, por lo tanto la estabilidad es cero, ninguna".
La discrepancia de las cifras radica principalmente porque la forma en que se medía cambió. Es decir, si antes se evaluaba como trabajo una jornada de ocho horas durante cinco días a la semana, ahora se considera lo mismo con trabajar una hora al día.
A ello se agrega que anteriormente los encuestados debían escoger una de las siguientes alternativas en la medición: trabajando; sin trabajar, pero con empleo; buscando trabajo; quehaceres del hogar; estudiando; jubilado o rentista; incapacitado permanente; otras.
En la nueva medición la interrogante cambió de manera importante. Ahora los encuestados se enfrentan a la siguiente pregunta: "La semana pasada, es decir, entre lunes y domingo, ¿trabajó por lo menos una hora?" Las repuestas posibles son sí o no.
Por su parte Marcos Kremerman, economista de la Universidad Católica, aseguró que "cuando uno analiza rigurosamente las cifras de la nueva encuesta de empleo del INE, se encuentra con el empleo por cuenta propia que es el 70% de los trabajos creados y observamos que el 30% pendiente tiene que ver con actividades independientes que se crean en la calle".
"Vale decir, si existe un jardinero, un gasfíter o un vendedor ambulante no lo atribuiría a política de gobierno, lo atribuyo a una política de sobrevivencia o a una iniciativa personal. Sería muy poco riguroso que el gobierno celebre este tipo de empleos".
Fuente:cambio21.cl
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