jueves, 23 de junio de 2011

Privatizaciones del Gobierno de excelencia.

Pura ideología (tozudos, soberbios e iluminados)

Julio Hurtado
Los fundadores de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), que fue una herramienta fundamental en el desarrollo económico y social de nuestro país en la segunda mitad del siglo XX, se deben estar dando vueltas en sus tumbas. La semana recién pasada esa institución, dependiente del Ministerio de Economía, puso a la venta el 35% de su propiedad en la Empresa Sanitaria Aguas Andinas.
Para las personas que están atentas a la evolución de nuestras ciudades, esta noticia nos debe preocupar profundamente, ya que las empresas de agua potable y sanitaria son fundamentales para el bienestar de los habitantes de la ciudad.
Lo preocupante de esta situación es que esta venta se hace sin ningún argumento para justificarla. Salvo la ideología. Según los ayatolas del mercado, quienes nuevamente están plenamente empoderados y tomando decisiones gubernamentales, el Estado no debe participar en la propiedad de nada, ni siquiera de los servicios básicos. Se debe hacer notar que en casi la totalidad de los países del mundo, incluso en los de la OCDE, la propiedad del agua es considerada un bien estratégico, y el Estado tiene gran injerencia en su propiedad y gestión.
Tal vez se podría entender esta venta si es que estuviéramos en presencia de una empresa deficitaria, en la cual el aporte del Estado significara un subsidio y un permanente drenaje de las arcas fiscales. Pero no es así. Esta es una empresa eficiente, que deja ganancias, la cual, además, tiene un conflicto aún no resuelto respecto a la propiedad de las aguas tratadas, debido a lo cual el precio de las acciones podría ser sensiblemente mayor. Sin embargo, contra muchas opiniones técnicas, se decide inconsultamente vender.
También esta venta se podría justificar si es que el Estado requiriera recursos. Pero, no es así, ya que las reservas de Chile son las más altas de su historia, el precio del cobre es el más alto jamás imaginado, la economía crece y el país tiene el equivalente al 20% de su PIB en depósitos en EE.UU. Es decir, no hay ninguna justificación que explique esta enajenación, salvo la ideología. Es contra la opinión de la mayoría de los chilenos que se decide vender. Se añade a lo inexplicable, un grado de prepotencia, ya que los directivos de Corfo y del ministerio de Economía dijeron que no darían ninguna explicación hasta que la venta estuviera concluida.
Cabe preguntarse, frente a tanta tozudez y soberbia, si ¿es solo la acción de funcionarios autoritarios e iluminados? O bien, ¿es una forma más sutil y sofisticada de apropiarse del poco patrimonio del Estado que quedó después de la dictadura? Debemos, eso sí, reconocer que esta forma de expoliación de los bienes de todos los chilenos se hace de manera más civilizada, si es que comparamos esta situación con procesos similares realizados durante la dictadura.
Así están las cosas, al mismo tiempo que los chilenos generalizadamente protestan manifestando su hastío respecto a la calidad y privatización de la educación, al tratamiento del Estado respecto al pueblo mapuche, a la voracidad y ceguera de Hidroaysén, a la situación laboral de los mineros, las autoridades, ideólogos-iluminados-autoritarios y fanáticos, siguen privatizando (comenzando, o mejor dicho, continuando con Aguas Andinas).
Mientras tanto, los habitantes de la ciudad somos aun más frágiles frente a la voracidad del mercado y sus sumos sacerdotes.

Fuente: Radio U. de Chile.

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