Mi primavera negra…
Hoy comienza septiembre, el mes
en que llega la primavera, primavera esquiva, violenta, perversa, que hace 40
años nos hiciste bailar con la muerte. Tiempo en que los trinos de los pájaros
se mezclaban con el nutrido canto maldito de la metralla fascista, en que de
golpe nos despertaron del sueño
socialista, nos soltaron de la mano acogedora y justa del compañero presidente.
Tiempo en que, hasta hoy, la derecha golpista disfruta lo que consiguió con
mano ajena, llenando de sangre las calles, los ríos y el mar.
Este mes, en que se cumplen 40
años de la ignominia, en que vivimos tiempos donde la estulticia nos gobierna. Nos
piden que perdonemos, ¿podremos hacerlo si aun buscamos a nuestros muertos?, oteamos la
costa para ver si las olas nos devuelven a quienes arrojaron, atados a rieles,
al mar, escarbamos la tierra, recorrimos el desierto buscando a los
nuestros…los verdugos no tuvieron, ni han tenido, la hombría para entregar los
cadáveres.
Pareciera lógico que las personas
tengamos derechos, pero fue lo primero que nos quitó, el derecho a pensar, a
leer, a oír la música que nos pareciera y así fue que nos persiguieron,
exoneraron, exiliaron, los que corrimos mejor suerte, los que no la tuvieron
fueron asesinados o, simplemente, hechos desaparecer. Algo habrán hecho, decían
quienes hasta hoy justifican la barbarie…han pasado 40 años y las cosas no han
cambiado, antes fueron los comunistas, hoy son los mapuche, los estudiantes,
los trabajadores.
¿Quién tuvo la culpa?, la falta
de entendimiento, la intolerancia y, por sobre todo, la ambición de quienes no
pudieron tolerar la posibilidad de que el pueblo, el que nunca había tenido
derechos, estuviera la posibilidad de labrar su propio destino. 40 años, se
dicen rápido, es mucho tiempo. La deuda con las víctimas la tienen muchos, los
tribunales, que nada hicieron por proteger y no acogieron los recursos
presentados, los particulares que aplaudieron y fueron indiferentes, los vecinos que denunciaron a los “comunistas”,
los empresarios que aprovecharon de obtener enormes ganancias con las
privatizaciones de las empresas estatales, y principalmente quienes hoy se han
vestido con ropajes de demócratas, están en el parlamento y el gobierno, tienen
sus manos manchadas con la sangre de nuestros hermanos y lo que es peor no se
arrepienten.
Esta negra primavera me persigue,
aun el sol no ilumina mi patria con la fuerza de antaño, las flores no alegran
mi camino, el trino de las aves no ha vuelto a ser dulce. La soledad de mi alma
agobiada frente a la tortura de mis hermanos no cambiará en tanto no pueda ver
a la cara a mi torturador, a quien apretó el gatillo y no tenga la valentía de
pedir perdón.
Andrea Dufournel
Temuco.
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